Paseando por la isla se habrá encontrado con colinas salpicadas de casas rurales encaladas, donde parece que la arquitectura se ha congelado en el tiempo. La casa rural tradicional de Ibiza, también conocida como finca ibicenca, es un notable patrimonio cultural de la isla, una arquitectura que apenas ha variado a lo largo de los siglos, remontándose a sus antiguos orígenes. El método de construcción de esta casa provenía de la sabiduría popular que se transmitía de generación en generación, pensando en la subsistencia y la practicidad.

La casa de campo ibicenca se define por un tipo de construcción de muros gruesos, compuesta por módulos cuadrangulares y techos horizontales sostenidos por vigas de madera. Es una arquitectura sencilla y sobria, que parte de la adición de módulos cúbicos independientes que se articulan en torno a un espacio rectangular transversal en la entrada, el salón principal o «porxo»; cada módulo tiene su propia función y los corrales de animales están siempre separados del cuerpo principal. El conjunto muestra una vivienda totalmente funcional, a menudo ausente de elementos decorativos, que crece en función de las necesidades de ampliación de la familia o del trabajo de las tierras. También es una casa en continuo crecimiento, que en todas las etapas mantiene la apariencia de un edificio terminado. Todas las fincas tienen ciertas características en común que las definen como un estilo arquitectónico específico. Estas características originales son:

Materiales – Construida por el agricultor, la finca está hecha esencialmente con materiales encontrados en el campo o junto al mar: piedra seca, vigas de enebro para el tejado, arena, arcilla y plantas marinas.

Ubicación – La casa está idealmente situada en un punto alto de la ladera de una colina con rocas como cimiento natural, aprovechando las características del paisaje y la pendiente sin desbordarse en un terreno favorable al cultivo.

Orientación – La entrada está casi siempre orientada al sur, dejando atrás la montaña, protegida de los vientos del norte y recibiendo así continuamente la luz del sol. Las fachadas orientadas al sur captan la mayor parte de la luz solar en invierno y más sombra en verano, al tiempo que evitan los vientos invernales del norte y permiten la entrada de vientos frescos en verano

Decoración – La decoración minimalista se adapta a este estilo de vivienda, cuando se utilicen elementos decorativos deben emplearse materiales naturales.

Paredes – Presentan muros anchos hechos con piedras secas y mortero. La mayoría de las paredes están encaladas tanto en las casas como en las iglesias, aunque a veces se presentan mostrando piedra desnuda.

Ventana – Solía ser pequeña y antiguamente no tenía cristal, más estrecha por fuera que por dentro, para proteger de un ataque como en una fortaleza. Otra finalidad de las pequeñas ventanas era proteger el interior del caluroso sol en verano, contribuyendo a crear un ambiente fresco.

Techo – Suele ser plano y originalmente estaba formado por tres capas: madera de enebro, fresno y plantas marinas y una capa de arcilla, que actuaba como aislante y es impermeable.

Hoy en día, las nuevas casas rurales de Ibiza reflejan el carácter de las antiguas fincas, pero para adaptarlas a la vida moderna, las fincas se construyen ahora con materiales diferentes y presentan diferencias considerables en cuanto a la forma y la composición, como grandes ventanas, techos más altos y el uso de más elementos decorativos. Sin embargo, en esencia, este tipo de viviendas conservan la memoria, la técnica y la identidad de la cultura y la historia ibicenca.

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